La verdad es que, normalmente, mis sueños no son especiales.. Pero una vez tuve uno que jamás olvidaré. Supongo que muchos habréis soñado con volar, yo misma lo he hecho en varias ocasiones, pero este sueño fue diferente.
Yo estaba en un bosque, rodeada de flores exóticas y árboles gigantescos, sintiéndome diminuta entre la gran inmensidad de aquel precioso paisaje que parecía el mismísimo paraíso. Recuerdo que iba descalza, con un largo vestido blanco. Andaba y andaba sin rumbo fijo, pero no preocupaba no saber dónde estaba, ya que aquel paraje me tenía hipnotizada. Todo parecía pacífico, escuchaba los pájaros cantar y el sonido del agua cayendo de algún riachuelo.. Hasta que escuché unos pasos. Mi corazón comenzó a acelerarse, no entendía el por qué pero imagino que sería alguien que yo supuestamente conocía y me estaba persiguiendo por alguna razón que desconocía. Empecé a correr lo más rápido que pude, tenía mucho miedo y cada vez sentía más adrenalina, justo en ese momento, paré de golpe. Había llegado a el borde de un acantilado. Creía que era el fin, que tendría que acabar saltando, pero no. De la nada apareció un largísimo puente, tan largo que no se veía dónde acababa, sólo había niebla. Los extraños pasos volvían a escucharse y cada vez más cerca, así que decidí cruzar aquel puente, aquel tétrico e inestable puente que había aparecido por arte de magia. Cogí carrerilla, suspiré e inicié aquella locura. Corrí mientras sentía el crujir de las tablas y a veces, alguna que otra se desprendía, pero no miraba atrás, no sentía nada y, cuando me di cuenta mis pies habían dejado de tocar las tablas y el viento me mecía a su antojo, miré hacia abajo y no vi nada, no cabía duda, estaba volando. Sin duda fue y será uno de mis mejores sueños, quizás el mejor hasta ahora, ¿El por qué? pues simplemente, porque cuando me vi allí volando como un pájaro me sentí libre, sin preocupaciones, como si todos los problemas pasaran a un segundo plano. Sólo yo, el viento y aquel paisaje de ensueño.